Apesar del vaticinio de mi hijo, este mes termina por fin. Y ya era hora. El otro día me dijo, "papá ten en cuenta que el verano ya se está acabando". Y lo dijo así, en frío, como el que no quiere la cosa, con la soltura de quien tan solo tiene diez años, ya lleva un mes descansando y ve que, con julio ya declinando y agosto en ciernes, las noches empiezan a ser un poquito más cortas. Ya le he explicado que para los que nos dedicamos a esto de la Justicia, normalmente, agosto es el mes de que disponemos para organizar nuestras -merecidas- vacaciones porque, por lo menos en los ámbitos en los que yo me muevo, ese mes está considerado inhábil y, por tanto, los plazos se elongan hasta septiembre, blincando agosto como si este fuera inexistente. Y, con sus excepciones, lo cierto es que se suele respetar ese descanso. Por eso me voy a ir por ahí durante un tiempo, espero que lo más largo posible, con el cierto regomello de que se me han quedado algunos temas pendientes en el teclado, pero teniendo claro que no pasa nada por posponerlos para más adelante.

Así, y en clave nacional, pienso que he de hablar de los héroes y los villanos, para recordar al vocero del gobierno catalán que el Derecho no permite mártires, que por mucho que uno se quiere arrogar el delito del que resulte autor un tercero, la Ley no permite esa asunción de culpas en el ámbito de nuestro ordenamiento punitivo, y las mismas hay que repartirlas conforme la norma rectora regula.

También me gustaría conocer, para poder explicar algunas cosas al respecto, los movimientos que a buen seguro se estarán produciendo en estos últimos tiempos en los distintos patrimonios de toda la retahíla de políticos y altos funcionarios catalanes que están empujando el proceso secesionista. Porque yo, que llevo años metido en esto de verlas venir, estaría en disposición de augurar que se han de estar enmarañando gran parte de esos patrimonios para ponerlos a buen recaudo, alejados lo más posible de un mal acreedor: el Estado. Aunque no deja de ser una suposición, alguien debería de echarle un vistazo a esto.

Y por último, un tema cercano. Estoy seguro de que una ciudad como la nuestra, que mira al futuro con ansias turísticas, no se merece unos chiringuitos de playa como los que tenemos. Pero me cabe la duda de saber si realmente los que aquí vivimos tenemos lo que nos merecemos. Habré de pensarlo mejor.

Nos vemos…

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