República de las Letras

El arcángel por Chile

El acto solidario con las víctimas de los incendios en Chile que se celebró en el Colegio El Arcángel me llegó al alma

Siempre me han resultado entrañables las fiestas de colegio. Inocentes, limpias, el único lugar donde la competencia no es importante. Como el acto organizado en el Colegio El Arcángel de Almería el viernes pasado por la dirección del centro, la AMPA y el profesorado –en particular el maestro Diego, chileno–, en favor de los damnificados por los incendios que afectaron a la zona centro-sur de Chile hace dos semanas, sobre todo a la Región de Valparaíso, y que concentraron su destrucción en sectores en altura como Achupallas y El Olivar, en Viña del Mar, además de poblaciones de la ciudad de Quilpué, todos ellos lugares humildes, dejando hasta ahora el triste saldo de 132 personas fallecidas y daños materiales muy graves.

Inculcar a los alumnos y alumnas el sentido de la solidaridad es difícil en un mundo egoísta y materialista como el actual. Enseñarles a identificarse con los menos favorecidos, con las víctimas de la desgracia, son partes esenciales de la Educación con mayúsculas. Da lo mismo si, como es el caso, se realiza a través de un bingo solidario con premios donados por comercios y empresas de la ciudad en conjunción con la organización y desempeño de una improvisada barra de bocadillos y bebidas sin alcohol a cargo de padres y madres, y aderezado con las alegres y animadas actuaciones de alumnos y alumnas con sus bailes, canciones y chistes espontáneos hechos con esa ingenuidad y ese darlo todo por nada tan característico de los niños.

En ese sentido, este colegio siempre me ha parecido que tiene un ambiente de cordialidad entre profesores, padres y alumnos que no es frecuente en centros grandes. Quizá sea eso, que es pequeño –una línea de Infantil y Primaria–, lo que lo hace acogedor y cálido. Humano, esa es la palabra, humano. Con ese ambiente, no es raro que el estilo educativo sea muy de a pie de calle, cercano y, a la vez, estimulante para el alumnado. Un logro del claustro de profesores, con Rosa Callejón, la directora, a la cabeza, y del AMPA Portocarrero, a todos los cuales felicito desde aquí.

No sé. Será que cuarenta años de una de las profesiones más bonitas y vocacionales que existen dejan una profunda huella. Que el trabajo de maestro es uno de los más importantes en este mundo egoísta que camina a marchas forzadas hacia lo inhumano. El caso es que el otro día el acto solidario con las víctimas de los incendios en Chile me llegó al alma.

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