Las gestiones bancarias hoy no son tan sencillas como nos quieren hacer ver. En la mayoría de sucursales no puedes poner un pie sin trámite electrónico previo y en otras tantas ni con con la antelación de la accion digital puedes conseguir tu objetivo. Nos quieren vender duros a cuatro pesetas y eso que hablamos de los bancos. Es una obviedad que el mundo avanza y las empresas tienen que adaptarse al potencial de las nuevas tecnologías, pero el límite entre lo presencial y online a veces roza el esperpento. Cuento todo esto porque llevo más de dos semanas intentando cambiar a moneda extranjera en una sucursal del Paseo. Y lo he probado todo. Cursé la petición online a la que supuestamente me tendrían que haber respondido, llamé como quince veces diarias sin que nadie cogiera el teléfono y hasta me presenté allí por curiosidad, para saber si estaban vivos. Una vez en la oficina la máquina de los turnos no funcionaba, pero logré ser atendido por los empleados que me perdonaron la vida. Me dijeron que para el cambio de divisas debería avisar -lo que venía yo haciendo desde hacía días- y al final no pudo ser porque aún siendo mi banco no era esa mi oficina de cabecera.

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