la cola

Luego en la tienda lo único que me llamó la atención fueron unas bolsas de viaje para zapatos, y ni si quiera compré una

Sí, yo estuve, yo, en ese momento histórico. La gloriosa, la grandiosa, la inigualable inauguración del Ikea de Almería. Por lo visto hay un Ikea en cada sitio y ya por fin, transcurridos los milenios, lo tenemos en Almería, de tamaño enano, pero Ikea. Y casi que no lo iba a haber, es como El Corte Inglés que después que ya estuviera hace milenios en Murcia, Málaga y Granada, lo tuvimos en Almería y ni siquiera en Almería capital, sino en El Ejido. Aquí llega todo, pero siempre lo más tarde posible. Entre quítame allá esas pajas que te tengo que decir esto y tengo que resolver lo otro, que si el otro no y yo sí, que si son galgos o podencos nos tiramos décadas y siglos para todo. Cambia la década, cambia el siglo y cambia el milenio pero Almería no cambia. El cable Inglés después de 30 años discutiendo, mirando y haciendo un poco allí y otro allá hay algo en condiciones, se iba a hacer un restaurante y no se qué cosas más y al final, una pasarela para ver el mar. Del soterramiento, ni hablamos, del ave, otro timo para ingenuos. Pero el Ikea sí. El Ikea sí que sí, esto es progreso, esto es avance (ojo que después de estar terminado todo el emplazamiento luego dijeron que ahora no) pero sí, ya es una realidad. Ya fue una cola interminable que terminaba dos calles más abajo, con sus entrañables ancianitas almerienses intentando colarse poniéndose cerca y mirando al cielo como si fuese a llover. Yo estuve e hice la cola legalmente y sudé de lo lindo chorros de sudor almeriense. Cierto es que me pillaba al lado de un taller donde tuve que dejar el coche para reparar y tenía que hacer tiempo pero eso no tiene nada que ver. Hubiera ido igualmente, en sueños, soñaría con globos y empleados uniformados recibiendo con banderitas suecas todos felices, con la felicidad y camaradería que preconiza la empresa. Por cierto que haciendo cola vi a es señor mayor que siempre está en la peluquería y que no sé ni como se llama y voy y le cuelo, así por lo menos charlamos como en la peluquería esperando turno. Tiene 88 años y fuma como un carretero, está más ágil que yo y no se pierde una. Asín que rajando un poco de la peña al señor mayor y y a mí nos llega el turno de entrar y todo son vítores y parabienes. Luego en la tienda lo único que me llamó la atención fueron unas bolsas de viaje para zapatos, y ni si quiera compré una. Eso sí, robé un lápiz. Más almeriense no puedo ser.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios