La descomposición de un Estado

La corrupción generalizada copaba las altas esferas de la política, donde los representantes públicos sólo gobernaban para enriquecerse

Cuando empecé a documentarme para escribir este nuevo artículo, tenía claro el tema que quería abordar: la descomposición de los estados o cómo un país o una nación se destruye a sí misma. Los procesos de desintegración de los Estados, por lo general, vienen dados por guerras o conflictos entre potencias enfrentadas que litigan por un interés o por varios determinados.

Si es cierto que los procesos de descomposición de un Estado son muy largos, en los que sufre muchos cambios, influenciados por un contexto nacional e internacional disruptivo, que cada vez se complica aún más y que hace que la gestión de los territorios sea mucho más compleja.

Si estudiamos detenidamente las razones que arrastraron al Imperio romano a su colapso, podremos ver muchas similitudes en países, naciones y organizaciones internacionales contemporáneas que han dejado de existir como tal. En primer lugar, se observó cómo crecía el enfrentamiento entre Senado, como cámara democrática representante, y el Jefe del Estado, como autoridad suprema del Estado. En aquella época el Senado era un órgano consultivo, sin poder casi alguna, pero los continuos Jefes de Estado o de Gobiernos corruptos originaban el enfrentamiento entre ellos, causando una grave crisis de poder y de gobierno en el Estado.

La corrupción generalizada copaba las altas esferas de la política, donde los representantes públicos sólo gobernaban para enriquecerse, aunque eso implicase un gran quebranto a la sociedad.

Los conflictos internos y externos cada vez eran más constantes. Una mala gobernanza implicaba un gran perjuicio a la sociedad y, por ende, ese efecto se volvía a retroalimentar sucesivamente, que se acrecentaba con la alta inflación y los problemas económicos que debilitaba aún más al Estado. Las diferentes sociedades tenían bastantes problemas para poder vivir el día a día, debido a la alta presión fiscal y el aumento de los precios en el consumo. Este hecho tomaba un cariz dramático por la alta tasa de desempleo. La ciudadanía no podía vivir del trabajo generado por sus propias manos y las familias empezaron a depender del dinero estatal, ocasionando que el Estado no generase la suficiente riqueza para mantener a la sociedad y sustentarla.

Dos mil años después, nada ha cambiado y la Historia vuelve a enseñarnos el camino. Depende de nosotros a dónde, cómo y con quién queremos llegar.

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