Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

El ejército de Pancho Villa

En el asunto de las negociaciones con Vox Feijóo ha transmitido la imagen de un liderazgo débil

Era previsible y ha terminado pasando. Alberto Núñez Feijóo se ha metido en un lío de los gordos justo cuando menos le convenía: a las puertas de la campaña en la que se juega el todo por el todo. El próximo domingo 23 o se coloca a las puertas de la Moncloa o hace las maletas de vuelta para Galicia. Lo extraño del asunto es que estando descontado que los acuerdos con Vox en los ayuntamientos y autonomías era un camino lleno de trampas haya ido a caer en todas. Ha fallado el líder del PP y ha fallado su núcleo duro –Bendodo y compañía–, distraído en veranos azules y otras tontunas mientras han dejado abierto el flanco que más daño le podía hacer. En la Moncloa deben estar frotándose las manos. Salieron al campo de juego, tras los resultados del 28 de mayo, con el estigma del perdedor estampado en la frente y al final, lo mismo, hasta hay partido. Parece que, por una vez, sin que sirva de precedente, los fontaneros del presidente hubieran acertado en el diseño de una maniobra para desgastar a su rival.

A Feijóo en este asunto de los contactos con Vox para negociar gobiernos autonómicos le ha pasado lo peor que le podía pasar: ha transmitido la imagen de un liderazgo débil incapaz de imponer una línea de actuación unitaria en una cuestión que es clave para un sector importante de su electorado. Y su partido se ha presentado ante la opinión pública como una especie de ejército de Pancho Villa en el que en Valencia se decía una cosa y en Extremadura se proclamaba justo la contraria para terminar haciendo la misma. Cada baronía regional iba a lo suyo y la dirección nacional, incluido su presidente, se ha visto desbordada. Así no es de extrañar que las aguas de la balsa, que ha sido el PP desde la llegada de Núñez Feijóo, se hayan visto de pronto sacudidas. En los últimos días de ha producido incluso fuego amigo en columnas y tertulias en las que, hasta ahora, primaba la adhesión inquebrantable al líder.

De todas formas, la situación del PSOE y de Pedro Sánchez es tan precaria que todavía el PP tiene margen de maniobra si no se empeña en seguir cometiendo errores en las apenas tres semanas que quedan para las elecciones. El electorado de derechas ha aceptado con más naturalidad que el propio PP que, en aquellos lugares en los que haga falta para conformar mayorías, se llegue a acuerdos con el partido de la derecha montaraz. Cualquier cosa antes que ofrecer la imagen caótica que acaban de dar los populares y su líder.

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