Como ya es lunes y no nos pueden acusar de hacer propaganda electoral, podemos dedicar esta columna, con toda tranquilidad, a glosar la próxima obra pública que se va a realizar en la provincia. Se trata de la "Remodelación del enlace entre la Autovía del Mediterráneo y la A92 en Viator". Vamos a hacer historia. La Autovía del Mediterráneo a su paso por Almería se terminó en 1992 y fue ejecutada por el Gobierno Central, a la sazón con Felipe González al mando. La A92 la ejecutó la Junta de Andalucía, aunque llegó a Almería en 2002 (sólo diez añitos de retraso). Si Cháves no se hubiera retrasado esos diez años, el enlace que hoy nos ocupa se hubiera hecho en ese momento. Pero en 2002 ya estaba en el Gobierno Central José María Aznar y se ve que no tenía muchos dineros para gastar en Almería, por lo que en vez de hacer un enlace como se hacen las intersecciones entre autovías (que es lo que se va a hacer ahora) hizo unas raquetas a un solo nivel como si fuera el cruce entre dos carreteras comarcales. Y así llevamos veinte años, sin tiempo ni ganas de arreglar el chapuz. Zapatero, por lo menos, se gastó un perral en el AVE a Murcia, pero en los siete años largos de Rajoy no hubo un duro para la autovía ni para el AVE. Ahora que el Ministerio de Transportes ha adjudicado el citado proyecto por treinta y dos millones de euros, suponemos que ha llegado el momento de montar la pajarraca y exigir que se haga de una vez el enlace, ya que es una vergüenza que dos autovías se crucen de la manera que se cruzan. En los veinte años que llevamos soportando semejante contradiós no se ha montado, que sepamos, ninguna "Mesa del cruce de Viator". Y eso que hemos tenido un puñado de campañas electorales en las que meter follaero con una reivindicación tan a huevo. Ya que se ha perdido esa oportunidad, ahora se puede incordiar quejándose de la tardanza del Gobierno, de las molestias para los transportistas y circulación en general y, sobre todo, de la ridiculez del dinero presupuestado para la obra en cuestión. Y, claro, habrá que vigilar para que se cumplan los plazos, no vayan a pasar otros veinte años, durante los cuales haya algún gobernante, funcionario, juez, parlamentario o colectivo quejica que pare la obra. Sea por falta de dineros, por cambios en los objetivos o por la nidificación del cernícalo lagartijero. Lo que sí está previsto es el trasplante y repoblación del tomillo salsero. Algo es algo.

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