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No debería haber quedado este asunto en absolutorio. No es cuestión de aplicar la inSanta Inquisición

Es difícil metabolizar a nivel psicológico y sensorial algunas decisiones judiciales, no porque no la hayan dictado ajustadas a Derecho con escrupulosidad técnica, sino porque no podemos obviar en el contexto de determinados hechos causantes, cuestiones de índole ética y moral, que no pueden abstraerse de una resolución judicial. Aunque no esté demostrado el ilícito penal de profanación de forma clara, concisa y concreta, y la intensidad haya sido ponderada, no es menos cierto, que fue fehaciente, notorio y público la actitud irrespectuosa y provocativa de determinadas personas, que profirieron palabras, gestos y miradas en el asalto a una capilla religiosa.

Entiendo que la libertad de expresión prevalezca en la aplicación de los derechos y libertades frente a los inherentes de las ideologías, ideas religiosas y de culto, pero eso no conlleva que se ofenda beligerantemente a viva voz, en topless y gritando como posesas: «Menos rosarios y más bolas chinas», «Arderéis como en el 36», «Contra El Vaticano, poder clitoriano», «El Papa no nos deja comernos las almejas» y «Vamos a quemar la Conferencia a Episcopal».

Es cierto, que no ocurrió más incidentes que los manifestados por las soeces maliciosas frente a los cristianos católicos y, por tanto, ahí se quedó el quejido doloroso, en una mera contingencia de espíritu crítico, salvo el sobresalto que se tuvieron que llevar el académico cura y los pocos feligreses de la comunidad educativa, quienes se encontraban trascendidos orando por la paz y sufrieron la mortificación de los pecados.

No debería haber quedado este asunto en absolutorio. No es cuestión de aplicar la inSanta Inquisición, pero sí se debería de haber sancionado en la resolución judicial con la reprobación, multa pecuniaria o algún trabajo en beneficio de la comunidad esta desafortunada actuación incívica. Convivimos en un régimen democrático y no creo que sean formas de protestar, y quedar impune esa conducta execrable, porque podrá dar lugar, deseo que no, que invocando esta cervantina sentencia, otros u otras de carácter quijotesco o pancista, hagan de su capa un sayo, del derecho a la libertad de expresión en un obsceno libertinaje, y les dé por hacer cualquier idiotez delante de un paso de Semana Santa, donde van, no menos de trescientos nazarenos con piadosos cirios y sesenta costaleros arrimando el hombro con pasión dentro de las trabajaderas.

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