El héroe del monopatín

Un día cualquiera un hombre solo sale a la calle a proclamar pan y trabajo. A dejarse la piel hasta las últimas consecuencias

U N día cualquiera un hombre sólo se dispone a salir a la calle. Lamentas tus naufragios enfrente del espejo, porque no existe nadie que tus pecados.

Un día cualquiera el dolor nos arrastra e inunda las calles de nuestra ciudad proclamando unos dioses que nunca han existido. Con el terror y el pánico extendiéndolo hasta los más remotos rincones del asfalto.

Lo cierto no es que en este mundo no exista gente honrada, piensas, sino que nunca ha existido. Nos inculcaron la idea que una vez hubo alguien y es entonces cuando un día cualquiera un hombre solo alza su monopatín en nombre del pan y la justicia. Y mano en alto intenta luchar por las libertades, a sabiendas que posiblemente se deje la vida en ello.

Un día cualquiera un hombre solo sale a la calle a proclamar pan y trabajo. A dejarse la piel hasta las últimas consecuencias. Sin temer ni esperar nada a cambio. Convirtiéndose en el hombre aquel donde poder acallar ese dolor que nos atormenta.

Un día un hombre solo nace, crece y se hace un héroe. Atraviesa la ciudad en llamas. Como una noche apagándose en una casa. Así es como acaecen los héroes de nuestro tiempo. Un héroe con un monopatín, que también lo puede ser de Londres o por qué no, ser ese persona a la que seguir su ejemplo, en una sociedad en la que hemos perdido lo poco que aún nos pertenecía: la integridad.

Alguien, en algún lugar, cuenta los días azules que habitamos. Nos alienta en la intimidad que nos levantemos ante la tiranía del señor, ante la indulgencia del amo ante el perro, ante aquellos que defiendo un imperio común a costa de la sangre de otros. Quizás, por eso, nadie en su sano juicio quiere ser un héroe. Nadie en su sano juicio quiere perder lo más preciado que tiene. Sin embargo, siempre he creído que las vidas nunca son en vano. Y menos cuando luchamos en contra del terror y de la injustica. Porque nadie quiere terminar lamiendo la bota que lo oprime. Porque ningún hombre y ninguna mujer quiere que terminemos todos ahorcados por las tripas de los peores hombres. Nadie.

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