TorrE de los espejos

Juan José Ceba

La hija de "Balta"

EL nombramiento de Carme Chacón como ministra de defensa es un gesto histórico sin precedentes: una mujer joven, inteligente, trabajadora y, apasionada por las profundas transformaciones de nuestro país, líder de los socialistas en tierras catalanas, con una carrera política fulgurante y de enorme solidez, ha sido puesta al frente de un ministerio de tanto arraigo masculino.

La idea me encanta, me parece genial, y espero todo lo mejor de su capacidad de gestión. Se que, hasta los militares más reticentes, acabarán mostrando su satisfacción por la entrega y la efectividad de la ministra, símbolo ya de la modernidad de España. Su nombramiento ha coincidido con su avanzado estado de gestación, asunto embarazoso para un reducto del machismo, la furia putrefacta de algún medio y la bajeza política, ya en franco/franco proceso de extinción. Por más que quieran aherrojarlo con cadenas, el país avanza hacia un hermoso y profundo cambio, donde la capacidad, la valía y la dignidad de las mujeres se abren paso, hasta en los ámbitos vedados por la tradición.

Se ha hablado sobre las raíces almerienses de la ministra. Su padre, Baltasar Chacón, a quien sus amigos llamaban "Balta", y a quien conozco desde la infancia, es de Olula del Río y estudió los años de bachiller elemental en el Instituto de Albox, junto con mi hermano Manolo y mi primo Ángel Ibáñez.

Los tres, muy delgados entonces, con otros compañeros, se marcharon a Villarrobledo para hacer el bachiller superior, especialidad enología. Residían en el internado y, muchas tardes, tenían que acudir a las abundantes bodegas de la población manchega, para hacer catas de vinos, como era preceptivo. Las pruebas de los caldos eran divertidas, alegres y trastornadoras. Los adolescentes de dieciséis años, lejos de sus casas, se asomaban a una libertad nueva, donde todas las cosas estaban por nacer. Aprendieron a analizar los vinos en el laboratorio y a fabricar coñac para uso propio.

Cuando Ángel llegó a Almería, como Arquitecto de su Ayuntamiento -quizá en 1981-, Balta, que era aparejador, ya había regresado de Cataluña y se había establecido en Olula con su familia. Enseguida colaboraron en la realización de varios edificios en la localidad del Almanzora.

Allí, su hija Carme, estudió en el Colegio hasta que, su padre, empeñado en obtener la plaza de Arquitecto Técnico de los Bomberos, decidió el regreso a tierras catalanas.

La ministra de Defensa, tan entusiasta, dice Ángel, se parece a su padre, que era un líder de enorme simpatía.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios