Eres un insatisfecho

La vida es una obra de arte y nosotros somos los artistas; que la obra tenga calidad depende solo de nosotros

Nos han hablado tanto de la felicidad y hay tantos mitos que se usan como emblemas estéticos que casi parece que el concepto ha perdido su funcionalidad semántica. Y a fin de cuentas las personas solemos plantearnos pocas veces si somos o no felices porque solo pensamos si estamos o no satisfechos con nuestra vida como dilema mayor en la larga cadena de asuntos pendientes de nuestra existencia. La felicidad es un concepto más bien lejano, creo, en esta sociedad de insatisfechos. Atendiendo a términos clásicos los filósofos nos dijeron que el equilibrio, la identidad personal subjetiva, y la libertad, eran elementos esenciales en ese estado al que llamamos felicidad, algo que es cierto. Pero de una forma u otra a la gente de a pie de calle todo esto le suena a lección de secundaria para examen, porque así fue como nos inculcaron la filosofía y no como una disciplina viva y útil. Y cuando piensan en su existencia lo que se plantean es si tienen la vida que les hubiera gustado. Pero analicemos el problema. El contexto es el siguiente: una sociedad de mucha autoexigencia y poca autocritica, donde la zona de confort se confunde con la dignidad. En realidad solo nos importa que nuestro espacio personal, individualista, se llene de elementos personales. Pero cuando eso ocurre no nos damos cuenta que caemos en la misma autoexigencia e insatisfacción personal. ¿Cómo salir de esto? Hay varios conceptos interesantes. Pensando ahora en filosofía podemos proponer estos: epimelia y tecné tou biou. Foucault habló mucho de ello. La epimeleia era la capacidad de saber ocuparse de uno mismo (algo que nadie nos ha enseñado), mientras que tecné tou biou eran las prácticas morales basadas en la biografía personal. Es decir Foucault propugnaba saber ocuparnos de nosotros y tejer nuestras metas según nuestra biografía. La suma de estos dos conceptos nos predisponen a dejar de ser seres insatisfechos y a ambicionar una dignidad que no se reduzca a la zona de confort sino a algo más profundo que nos sitúe en el planteamiento clásico de la felicidad. Hay que pensar, querido lector, que nuestra vida es una obra de arte y que nosotros somos los artistas. Para que tenga calidad debemos ocuparnos mucho de ella y fijar objetivos según la experiencia que se va creando, y no crear falsas expectativas. Que la obra de arte sea buena dependerá solo de nosotros. Hay que esforzarse mucho.

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