República de las Letras

La izquierda, dividida otra vez

Creer que solo existe una forma de redimir al pueblo, la mía, es lo que ha dividido siempre a la izquierda

El Mundo, así ha sido siempre, se divide en dos: los países occidentales democráticos y el resto, regidos en su mayor parte por dictaduras o por democracias limitadas y corruptas. A la vista de lo que ocurre en China, India, Rusia, Palestina o Argentina, uno tiene que darse por satisfecho de haber nacido y vivir en España, en Europa. Dicen que el mejor país del mundo es Estados Unidos. Seguramente. Pero al menos en Europa todavía impera la democracia. Y resulta también que en todos esos países occidentales democráticos el sistema económico es el capitalismo financiero, ideado por el liberalismo hace dos siglos, a la vez que la democracia moderna. Para que un país se gobierne por esos dos sistemas, el económico capitalista y el democrático político, ha de ser rico. Un país pobre no soporta una democracia ni un capitalismo estricto, la corrupción viene enseguida a sustituir a los dos y la lucha de clases se decanta pronto a favor de los privilegiados y poderosos. A su vez, en los países occidentales capitalistas y democráticos está prendiendo la locura fascista, que pretende sustituir los ideales democráticos –sean republicanos o monárquicos, que eso ya no importa tanto– por tiranías elitistas que dejan fuera de la sociedad, en los márgenes, en la zona oscura, a quienes no comulgan con sus ideas nacionalistas, xenófobas, machistas y tiránicas. Los pueblos, acosados por la falta de soluciones a tanta diversidad como sus sociedades presentan –tanta como nunca en la Historia–, a tantas desigualdades, a tantas fallas del sistema capitalista como hoy se observan, que no pueden dar soluciones eficaces a los problemas sociales, esos pueblos, digo, se refugian en las promesas redentoras de los salvadores de la patria en la esperanza de que, de una vez, van a ser compensados de las innumerables injusticias de sus sistemas económico-políticos. Surgen los mileis, los bolsonaros, los putins, los lepens, los melonis, como históricamente surgieron los hitlers, los francos, los mussolinis… Se expande la idea de que alguien nos tiene que salvar como nos salvaron ya Noé, Moisés o Cristo. La idea de que siempre necesitamos un salvador. Mientras, la izquierda, que representa la idea de que solo nosotros mismos nos podemos salvar con justicia, se divide de nuevo en España. Creer que solo existe una forma de redimir al pueblo, la mía, es lo que ha dividido siempre a la izquierda.

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