Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Los que lavan las toallas

En Andalucía hace falta un debate serio sobre qué se está haciendo y qué se va a hacer con el turismo

Apagados los fuegos artificiales de Fitur, donde todo triunfalismo parece tener su asiento, quizás sería conveniente plantear algunas dudas sobre cómo lo está haciendo Andalucía frente a una actividad que parece, según pasan los años, que se nos está yendo de las manos. Lejos de nosotros la tentación de cuestionar el turismo como motor de renta y de empleo en la región y como sector a mimar para que la gallina de los huevos de oro siga en posición ponedora todo el tiempo que sea posible y más allá. La turismofobia, que no deja de ser una realidad que poco a poco va permeando, no lleva a ningún sitio que merezca la pena, como todos los excesos y los extremismos. Pero sí parece llegado el tiempo de aventar algunas dudas para que se tenga un debate constructivo sobre una cuestión que nos desborda.

Empecemos por las cifras. El presidente Juanma Moreno saca pecho y proclama ufano que este año van a llegar a Andalucía 35 millones de turistas, que llenarán nuestros hoteles, terrazas de bares, playas y monumentod y que se dejarán un dinero. Benditos sean los 35 millones. Vivimos en la dictadura de las cifras siempre a mayor y siempre rompiendo récords. Pero dado lo que se ve todos los días en el centro de Sevilla, de Granada o de Córdoba, ¿no sería más conveniente aspirar a 17 millones que gastaran lo mismo o más y que contaminaran, en la acepción más amplia del término, mucho menos? ¿Tan complicado es impulsar políticas que no se limiten a la cantidad y busquen la calidad? Si de algo puede presumir Andalucía es de elementos para dibujar una oferta ante la que palidezcan otros destinos que sí han trabajado en esa línea.

Y continuemos por el modelo. Andalucía ha puesto su presente y su futuro en llenar las playas y las ciudades. El resto de los sectores, con la excepción de la agricultura más avanzada, languidecen y están lejos de ser una referencia nacional o internacional. En 2023 hemos tenido buenos datos de crecimiento y de empleo que no hubieran existido si, por alguna razón, el turismo hubiera flaqueado. Basta mirar a la pandemia para confirmar la fragilidad del sector. ¿Estamos condenados a ser solo los que sirven la comida, hacen la cama y lavan las toallas de los millones que nos visitan?

El turismo debe ser una actividad clave de presente y de futuro. Pero sería importante desechar la autocomplacencia vacua, echar la pelota al suelo y empezar a plantearse qué es lo que se está haciendo y, sobre todo, qué es lo que se debe hacer.

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