El mal uso de la tecnología

La administración pública debe estar para facilitar la vida a los administrados que son los que pagan

Para la más mínima gestión que quiera uno hacer en una oficina pública, en una sucursal bancaria y en otros muchos ámbitos, lo primero que te piden es cita previa. Lo que no deja de ser una redundancia porque una cita tiene que ser previa: una cita en el acto no es una cita. La petición, obviamente, tiene que ser telemática. Una vez conseguida la cita para unos días después, o para varios meses, a veces puede uno comparecer ante el probo funcionario o el empleado bancario. Aunque hay muchas gestiones que no hay posibilidad de hacerlas si no es por internet. Si tienes que aportar documentación, te suelen exigir que lo hagas por vía informática, lo que te obliga a la correspondiente firma digital y a dominar, no solo la informática en general, sino las intrincadas vías que cada organismo tiene, además de la jerga de los olímpicos informáticos al mando. Hay páginas en las que, cuando navegas por ellas, no sabes si comprarte una moto o ponerle un manillar al váter.

A todo esto, cuando estás a punto de cumplir el proceso de presentación de papeles (electrónicos y con firma electrónica), se cuelga el sistema y tienes que reiniciar: versión posmoderna de la vieja frase “vuelva usted mañana” que inmortalizó Larra. Si eso te pasa varias veces corres el riesgo de que se te agoten los plazos para la jodía gestión, lo que te genera ansiedad, angustia, desesperación, como cantaba Machín. No parece sino que están pensadas para joder al ignorante administrado/cliente. O para que tengas que echar mano de las asesorías “especialistas”, con el consiguiente desembolso extra. O sea, como toda la vida de dios, con lo que la pregunta es ¿para qué tanto avance tecnológico, tanto gasto en material y en “expertos” si al final tienes que ir a una gestoría? Como la digitalización ha traído muchísimas cosas buenas –entre otras salvarnos de la Covid- cabe deducir que el mal uso que estamos criticando en esta columna se debe a lo poco amables que son muchas de las personas que se dedican a estos menesteres. La administración pública debe estar para facilitar la vida a los administrados que son los que pagan. Y los bancos y otras empresas parece que deberían tener como objetivo captar clientes en vez de amargarles la vida. La única diferencia entre estos dos grandes grupos es que los empleados bancarios han disminuido y los públicos se mantienen. Y el servicio al cliente/ciudadano/contribuyente ha empeorado visiblemente.

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