Todo sobre tu odio

El odio puede afectarnos neurológicamente y hacer de nuestras vidas un infierno psíquico

Este es la situación: acaba de terminar unos comicios electorales en los que se ha vertido mucho odio. Y esa sensación perdura hoy porque forma parte de nuestras vidas. No obstante no vamos a hablar de política porque más allá de ese acontecimiento accidental el odio se muestra en multitud de situaciones. Eso es así porque nos han educado para ello. Somos rivales, depredadores y nadie hace nada para evitarlo. Haciendo una definición, el odio es una emoción de repulsa hacia algo o alguien que nos induce a tratar de eliminarlo usando todos nuestros recursos. Para la filosofía no es justificable racionalmente y se muestra como lo contrario al amor. Aristóteles dijo que ese deseo de aniquilación era incurable, lo cual es bastante perturbador. David Hume afirmó que el odio era un sentimiento irreductible que no era definible en absoluto. Muchos consideraban al odio como lo opuesto al amor o amistad. Spinoza decía que el odio era una forma de dolor. Yo creo que esa es la palabra clave, el dolor, porque en efecto el odio lo sufre sobre todo el que lo padece puesto que brota desde una frustración o ausencia personal. Pero hay más, según la neurología el odio puede afectar a nuestro cerebro y hacer un correlato con el tiempo no subsanable. Es decir, que puede afectarnos para siempre. Haciendo el resumen el odio es una fuente de infelicidad y quienes lo mantienen con el tiempo deben saber que garantizan la infelicidad en sus vidas. El odio puede hacer que una persona deje de sentir placer, o que se ausente de una vida social sana. En las redes hay muchos haters, que han hecho de eso un medio de vida. Odiar es rentable, podríamos decir, aunque nadie es consciente del alto precio que supone tenerlo. Como emoción va creciendo poco a poco y anulando la identidad de la persona que la porta. Incluso en el caso de que infrinjan dolor en sus víctimas con el tiempo convierten sus vidas en una tragedia insoportable. Se les pasa la vida desde la comparación con los demás; desde la ambición de ser como los demás. Obviamente el peor deseo que se le puede desear a una persona que odia tanto es que sigua haciéndolo porque con eso convierte su vida en un infierno peor del que soportan sus víctimas. La vida se les pasa entre rumores, hipocresías, dolores, entre mentiras y engaños, pero sobre a través de un tratamiento químico para la ansiedad recetado por el médico.

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