La tapia con sifón

El precio de las tapas

Me tiene perplejo cómo cambia el precio de la misma tapa, en el mismo bar, con la misma bebida y a la misma hora

Tranquilos, no voy a volver a la polémica que de vez en cuando resurge sobre las tapas de Almería en los bares actuales. No hay que repetirse demasiado. Lo que me tiene perplejo últimamente es cómo cambia el precio de la misma tapa en el mismo bar, con la misma bebida y a la misma hora. Una copa de vino con una “tapa de cortesía”, como las llaman ahora, cuesta, según sitios y tipo de vino, entre 2,70 y 4,20. Si te quedas con hambre y pides una tapa extra, la misma que acabas de tomar, te cobran entre 1,50 y 2. Ahora bien, si pide uno ese mismo vino sin tapa te descuentan entre 0,40 y 0,60. Me lo expliquen. Por supuesto, lo mismo ocurre con la cerveza; incluso hay algunos espabilados que tienen puesto el precio de los refrescos y del agua mineral con tapa incluida, con lo que si uno pide un café y un botellín de agua, te cobran por el agua dos o tres euros porque aplican el precio de agua con tapa y descuentan los cuarenta o sesenta céntimos de rigor. Es cierto que cada vez hay más clientes que van a comer de tapas y beben agua o refrescos, pero eso no justifica ese “truquillo” que ya he padecido varias veces.

He puesto una copa de vino por la antigua costumbre. Hoy la cerveza es la reina de la hostelería, seguida muy de cerca -no sé si la han pillado ya- por los refrescos y el agua. Me produce melancolía pasear la vista por las bebidas que hay sobre las barras y las mesas. Si vuelvo a este tema es porque creo que el desconocimiento también ha influido en el tremendo descenso del consumo de vino en España. Una pequeña muestra: acabo de oír por la radio una larga entrevista al escritor Juan José Millás. Cuenta que se ha puesto en manos de una nutricionista para bajar de peso y racionalizar su alimentación; eso sí, le advirtió que no estaba dispuesto a dejar el vino. Entonces, la dijo la experta, toma vino tino y cava porque el vino blanco tiene más azúcar. Menuda experta: la inmensa mayoría de los cavas tienen mucha azúcar: el brut nature puede tener hasta 3 g/l; el brut puede llegar a los 12 y el semi-seco, ese que se toma en los banquetes de medio pelo, puede contener entre 32 y 50. Los blancos y tintos tranquilos -no espumosos ni dulces- suelen tener entre 2 y 4 g/l. Y para vinos secos de verdad, los finos y manzanillas tienen menos de un gramo por litro, ya que las levaduras del velo de flor se la zampan. Y son vinos blancos.

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