Tener que esperar ocho días para celebrar un éxito tan buscado por todo un equipo con su afición, no nos dice otra cosa que "hasta el rabo, todo es toro", o que "no se vende la piel del oso antes de cazarlo", o que "no se ponen las aguaeras antes que el borrico". Hay muchas formas, en nuestra lengua castellana, de decir que hay que ser humildes y, sobre todo, respetuosos con el adversario. ¡Qué lecciones nos da el deporte! El colista amarga la fiesta al líder de la jornada 41…, ¡y se la vuelve a amargar al que fue líder durante casi toda la jornada 42! Afortunadamente no ha habido que amortizar durante más de una semana las banderolas que se han colgado por varias calles de nuestra ciudad. La cara de pasmados que se nos quedó tras el empate obtenido frente al colista en la penúltima jornada ha dado paso a un regocijo tan inconmensurable como inconsciente. Es imprescindible celebrar los éxitos y aprender de las derrotas, pero cada una en su momento.

Poner las banderas por las calles cuando aún las podían leer los jugadores y aficionados de un rival que aún tenía que pasar por aquí es de una falta de educación superlativa. Tan grande que muchas personas ni la podrán valorar. Pero no por eso deja de ser mala educación. El deporte enseña unos valores que, para nada, se potencian con las grandes algarabías, también imprescindibles para los seres humanos. Pero no, no se buscan esas reflexiones serenas, pausadas. Un equipo que depende del cariño de su afición y del bolsillo de una única persona no tiene la mejor de las pintas. Soñar con un primer equipo al que vayan saltando cada año los jugadores más jóvenes de nuestra tierra…, es más difícil que soñar con un equipo que juegue en Europa dentro de dos temporadas. Resulta difícil "que el equipo sea de todos", pero es lo que mejor nos hará pasar los momentos de penuria, si llegan. Muy cerca, a poco más de dos centenas de kilómetros, tenemos algún ejemplo de lo que puede ocurrir.

Soñar es gratis, mirar alrededor es más comprometido. Equipos de nombre no faltarán en "LaLiga"; aún no nos hemos enfrentado a ellos, ¿y ya les hemos ganado? Ahora, cuando vengan las aficiones de otros equipos a visitarnos, que no se quejen del viaje que les tocará hacer: será, en sentido inverso, el mismo que nos corresponda hacer, jornada sí jornada no, a nosotros. Que nada nos quite el sueño. Porque, eso sí, siempre será un sueño ser de primera.

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