El raro

Los españoles tenemos una relación mala con los raros, por muy encumbrados que estén en otros países

Dice Diego Manrique, el periodista musical más antediluviano de todos que Javier Corcobado es una rara avis en España. Es más que eso, Diego, mientras en México es algo cercano a una estrella, aquí y no seas eufemístico, no es una rara avis, es alguien que conocen cuatro y van a verlo dos. Yo soy uno de los dos por supuesto. Los españoles tenemos una relación mala con los raros, por muy culturalmente encumbrados que estén en otros países, aquí o pasta por un tubo que ganes hagas lo que hagas o muerto de hambre que me olvides. En México son más receptivos con según que artistas del exceso y el extremo, verbal y/o físico (no refiero al muñeco parlante de cartón piedra de Sabina) o de la heterodoxia, mira Arrabal con ya 91 años que en Francia es adorado y aquí preguntamos al asesor si conviene o no recibirlo. Corcobado, Javier, a mí y a todos los raros seguidores de su rareza, nos ha regalado algo impensable, unas memorias o biografía un poco novelada de más o menos 800 páginas, muy bien editada por cierto. En México se la quitan de las manos, aquí, veremos. He de decir que aunque la he comprado con prevención ya que el signo de los tiempos es blanquear todo lo blanqueable y decir aquí no ha pasado nada con nadie, Javier, fiel a sus principios, no se corta un pelo y ofrece pelos y señales, que ciertos o no, encajan con las noticias que se tenían al respecto. Más allá de lo que no debía haber sido pero fue y tuvo circunstancias y razón, no es necesario hojear el libro olfateando y buscando lo truculento, hay por todas partes y sólo es apto para raros catadores de su vino tóxico. Su copa no es saludable, es lo que es y que la tome quién quiera. Luego hablaremos de que si es necesario tener una vida de maldito para crear lo que se aprecia o si crear esas obras te lleva a llevar una vida de maldito. Mientras tanto disfruto, no echo en falta nada y tengo una sensación extraña y a la vez gratificante al leer la parte de Almería, que viví a base de noticias, comentarios y algún contacto personal sin ninguna intervención interna en la historia, como si de una trama medio novelesca, medio puramente vital fuese, casi como si hubiese visto parte del rodaje sin participar para nada en él y luego ves la película. Y ante la fragmentación y selección que hace Javier, bastante extensa ya, espero en el futuro otras 800 páginas con escenas descartadas. Gente normal absténganse.

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