La servidumbre voluntaria

Los pueblos deben atribuirse a sí mismos la culpa si sufren el dominio de un bárbaro opresor

El tirano sería destruido por sí mismo, sin necesidad de combate ni de defensa, con tal de que el país no consintiera en sufrir su yugo; no quitándole nada sino con dejar de darle… Los pueblos deben atribuirse a sí mismos la culpa si sufren el dominio de un bárbaro opresor, pues que cesando de prestar sus propios auxilios al que los tiraniza recobrarían fácilmente su libertad". Así se expresaba en 1548, en plena expansión del pensamiento humanista renacentista en Francia, el escritor y magistrado en Burdeos Étienne de la Boétie en un breve opúsculo de apenas veinte páginas titulado "Discurso sobre la servidumbre voluntaria", que no se mandó a imprenta hasta 1572, ya muerto su autor en 1563 a la edad de 33 años, por decisión del que había sido su íntimo amigo, el pensador Michel de Montaigne. Este brevísimo ensayo, de larga influencia posterior y enorme vigencia aún en la actualidad, pone el dedo en la llaga al señalar las características de un pueblo con alma de vasallo, dócil y esclavizado, y los métodos empleados por el poder tiranizador para mantener todo bajo control y dilatar en el tiempo el sometimiento de sus súbditos. Resulta escalofriante la lectura de sus páginas pensando en la situación actual de nuestro país y el carácter ancestral de siervos de la gleba que tienen no pocos españolitos de antes y de ahora. "La causa principal de constituirse los hombres voluntariamente en esclavos consiste en que nacen siervos y son educados como tales". Aplicada esta máxima aquí y ahora, parece indudable que quienes nos gobiernan quieren hacer pasar una crisis por hábito y normalidad, hacer costumbre de la desigualdad con el maquiavélico fin de que, perdurando ésta en el tiempo indefinidamente, las nuevas generaciones la acepten como lo único posible. "Alucinados los pueblos, cebados en pasatiempos frívolos y hechizados por vanos placeres, se acostumbraron paulatinamente a ser esclavos". Dejarse comprar y prebendar, vender la libertad a cambio de unos mínimos indignos; no rebelarse a cambio de un plato de la supervivencia y vanos espejismos de pequeños bienestares. Idónea filosofía para cobardes, resultas de un pueblo domesticado e indigno incapaz de abrirse al cambio, atenazado por los miedos que la propaganda, sabia y estudiada, le dirige a todas horas.

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