Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua Española de la Universidad de Almería

Los diccionarios del español (I)

La lexicografía monolingüe del español comienza con el Tesoro de la lengua castellana o española de Sebastián de Covarrubias (1611)

Los diccionarios del español (I) Los diccionarios del español (I)

Los diccionarios del español (I)

En una sociedad culta, el diccionario debe desempeñar una función esencial. De ahí, la necesidad de convencer a nuestros jóvenes estudiantes de la gran importancia que tiene en su formación lingüística y humanística. Es la lexicografía la que tiene como objetivo la producción y elaboración de los diccionarios. El diccionario puede definirse como una obra de consulta del conjunto de artículos lexicográficos correspondientes a las entradas léxicas que lo componen. Estas entradas están representadas por lemas. En el DRAE, después del lema, aparecen la etimología y las acepciones. Las acepciones presentan la definición y, dependiendo de la palabra, una información morfológica, sintáctica, del nivel de lengua, del registro del habla, pragmática, geográfica, estilística, cronológica. Pueden incorporarse también, en forma de subentradas, las estructuras complejas y locuciones. Se trata de que la información lingüística y semántica de la palabra sea lo más completa posible. En la valoración del diccionario entran factores como la editorial, si es monolingüe o bilingüe, si es de lengua o temático, si es semasiológico (de la palabra a la idea) u onomástico (de la idea a la palabra, como el de Casares), si es sincrónico o histórico, alfabético o temático, normativo o descriptivo, etimológico o diferencial, de dudas o sinónimos y antónimos, escolar y didáctico o no, impreso o electrónico, la tipografía, el papel, el tamaño, el número de entradas, el tratamiento de la homonimia, los ejemplos, si tiene en cuenta la lengua oral y la lengua escrita no literaria, los neologismos, extranjerismos y préstamos, tecnicismos, regionalismos, americanismos, fraseología.

¿Cuándo comienza la historia de los diccionarios españoles? En la Edad Media aparecen glosas, como la Silenses y Emilianenses, y glosarios. El «Universal vocabulario en latín y romance» (1490) de Alfonso Fernández de Palencia se imprime en Sevilla en 1490. Se presenta en dos columnas: la de la izquierda contiene un diccionario monolingüe latino, con influencia de Papias; la de la derecha, un diccionario latino español. La técnica lexicográfica es escasa. Elio Antonio de Nebrija va a ser autor en 1492 del «Diccionario latino-español», que sigue el orden alfabético y tiene 28000 entradas. Se manifiestan las influencias de San Isidoro de Sevilla, Papias y Balbi. El «Diccionario español latino» de Nebrija aparecería posiblemente en 1495. Tiene 22500 entradas. La presencia de la palabra canoa demuestra que tuvo que ser publicado después del regreso de América de Colón en 1493. Este diccionario está concebido desde el español y no desde el latín. La novedad es, pues, que la lengua de partida es el español y no el latín. La técnica lexicográfica de Nebrija es superior a la de Palencia, aun teniendo en cuenta las limitaciones propias de la época. Los repertorios nebrisenses dieron lugar a los diccionarios Vocabulista arábigo en letra castellana (1505) de Pedro de Alcalá, latín-catalán (1507) de Gabriel Busa, latín-siciliano (1529) de Cristóbal de Escobar Ambrosio Calepino es autor de un vocabulario, originariamente latino, que incorpora nuevas lenguas, entre ellas el español, hasta once. La edición cuatrilingüe aparece en Lyon (1559). El primer repertorio bilingüe que contiene el francés y el español es el Vocabulario de Jacques Ledel. El repertorio que ha sido considerado el primer verdadero diccionario general que presenta conjuntamente el español y el francés es el de Henricus Hornkens (1599). En 1604, aparece en París el Diccionario muy copioso de la lengua española y francesa de Jean Palet y en 1607 el importante Tesoro de las dos lenguas española y francesa de César Oudin. Recibe la influencia de Nebrija y Palet. Es una obra que alcanza un gran éxito. La lexicografía hispano-italiana comienza con el Vocabulario de las lenguas toscana y castellana (1570) de Cristóbal de las Casas. En 1620 aparece un gran diccionario italiano-español y español-italiano como es el de Franciosini. En 1591 ve la luz el primer diccionario español-inglés, cuyo autor es Richard de Percyvall. El primer diccionario bidireccional español-inglés, inglés-español es el del profesor de lenguas John Minsheu (1599). La lexicografía monolingüe del español comienza con el Tesoro de la lengua castellana o española de Sebastián de Covarrubias (1611), antecedente del Diccionario de Autoridades. Surge con la finalidad erudita de constituir un repertorio alfabético de las etimologías en español, en emulación de lo que para la lengua latina había hecho San Isidoro. Es el primero de estas características publicado en Europa. Covarrubias es un apasionado observador del habla viva, de la lengua coloquial, así como de las distintas variedades. Según Manuel Seco tendría 16922 entradas, que se podrían elevar hasta 20000. En la nomenclatura se incluyen nombres propios, tanto topónimos como antropónimos. Su valor enciclopédico es indudable. Hay adagios, proverbios y refranes. Las etimologías presentan muchos errores, pero los méritos de la obra son innegables. Un tema apasionante, el de los diccionarios del español. Como decía Anatole France, «un diccionario es un universo en orden alfabético».

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