Tribuna

José María Martínez de Haro

¿Quién gobierna España?

¿Quién gobierna España?

¿Quién gobierna España?

Podría parecer que esta interrogante la propone algún visitante foráneo que no conociera la melodía sobre el gobierno de coalición que la patrulla mediática a sueldo o ideológica ha adjetivado como “gobierno progresista”. Nada más riguroso que el diccionario de la RAE; “progresismo es una doctrina política orientada al desarrollo del estado de bienestar, la defensa de los derechos, la igualdad, la participación ciudadana y cierta distribución de la riqueza”. No creo necesarias las puntualizaciones que caben al respecto como resultado del análisis detallado de las políticas del “gobierno progresista” encabezado por Pedro Sánchez. Lo que si es preciso y urgente señalar es que este gobierno ni es progresista ni gobierna en España. Y ello por razones y hechos que diariamente se suceden y que prueban que España está gobernada por un prófugo de la Justicia y una serie de partidos cuya causa común es precisamente la aversión, cuando no odio a España, lo que España es y lo que España representa; sus tradiciones, sus costumbres, su cultura, su dimensión universal y sobre todo su historia milenaria. Nada de esto interesa a Pedro Sánchez, ajeno al concepto “español”. Pedro Sánchez ha aceptado gustoso esta anormalidad porque su continuidad en la Moncloa se asienta en anormalidades cotidianas pactadas; Sánchez actúa como un delegado en funciones de separatistas, golpistas, filo- terroristas y cuantos partidos disgregadores de la unidad nacional campean por el solar hispano. Le basta con esto y como cualquier otro alexitimico lo encaja con una perpetua sonrisa de felicidad.

Asi que la respuesta rotunda tiene un nombre y apellido, en España gobierna Carles Puigdemont, y lo hace desde Bélgica porque no puede pisar suelo español sin ser detenido. Y asi, entre anormalidad y anormalidad Pedro Sánchez, Delegado en Funciones de Puigdemont, va labrando el camino hacia el peor escenario imaginable. Es posible que esto pueda parecer exagerado a los incondicionales de la conformidad al poder, pero lo sucedido el miércoles pasado en el Senado ha sido una muestra palparía de la capacidad de gobernanza del prófugo de la justicia. Desde su confortable mansión en Waterloo ha logrado que se vayan cumpliendo todas las exigencias condicionantes que lógicamente esperaba de su delegado en territorio nacional, incluso alguna más que ni siquiera había propuesto. El delegado en funciones Sánchez y su nutrida banda argumentan sin pudor que este es un “gobierno basado en el dialogo”. Volvamos al diccionario, diálogo; “es la plática entre dos o más personas para alcanzar acuerdos”. Para este propósito es necesario que una parte ceda y otra parte consiga. El dialogo en sí mismo no es una causa política es únicamente un medio y en ningún caso podría ser una permanente plática o conversación sin resultado alguno. Pero en modo alguno pude llamarse dialogo cuando se cede ante la exigencia de los separatistas de Cataluña para que el “gobierno progresista” condone la deuda de la Generalitat por 15 .000 millones de euros como condición inexcusable para la investidura de Sánchez como Delegado en Funciones de Puigdemont y pueda seguir viviendo en el Palacio de la Moncloa y viajar en el Falcon . Eluden señalar los miembros de este “gobierno progresista” que esta humillante sumisión favorece claramente a un gobierno autonómico despilfarrador y la habrán de pagar el resto de las comunidades autónomas del Estado que son parte indisoluble del Reino de España. La conclusión es que Sánchez y el progresismo de cartón piedra que le acompaña se ciscan en el principio de igualdad de todos los españoles, en sus derechos y libertades. Es sencillo imaginar cómo perciben esta fechoría los ciudadanos contribuyentes al bienestar social de Extremadura, Castilla la Mancha, Andalucía, etc. etc. Los perpetuos ganadores en esta lotería loca del progresismo sanchista se frotarán las manos con el chollo que les ha tocado como parte contratante ante sus respectivos avisos y amenazas. Está claro que Puigdemont ha cumplido al pie de la letra lo que venía anunciando a todo aquel que quisiera escucharlo; Sánchez continuará en la Moncloa mientras que cumpla punto por punto todas las exigencias de los partidos independentistas.

Sigamos en el diccionario de la RAE, claudicar; “ceder o rendirse ante una presión “, palabra sinónima, someterse. Continuamos con la palabra humillación; la RAE en su tercera acepción “herir el amor propio o la dignidad de alguien”. Palabras sinónimas, rebajar, degradar, despreciar, desdeñar, avergonzar, deshonrar, insultar a alguien”. Tras el referido pleno del Senado no cabe duda alguna que Pedro Sánchez y su “gobierno progresista” han claudicado ante las exigencias imperativas del prófugo de la Justicia y en consecuencia han humillado al menos a once millones de españoles rindiendo ante un delincuente la causa de España, por cierto que esta no es la causa de Pedro Sánchez ni de su banda. Para ello no solo han premiado a los golpistas y sediciosos delincuentes con trasferencias propias del Estado como la política sobre la inmigración, además han iniciado el trámite para una maniobra a la medida del prófugo que tergiversaría el espíritu y la letra del código civil manoseando la ley para exclusivo beneficio del fugado. Este penúltimo lote de premios son parte de la entrega total de Sánchez a un político desprestigiado incapaz de asumir su responsabilidad y señalado por su cobardía huyendo de la Justicia escondido en el maletero de un coche como un vulgar delincuente.

Y aún hay más. En el pleno más vergonzoso y humillante del Senado Pedro ha accedido también a “ayudar” a los separatistas para que las empresas que huyeron de Cataluña y cambiaron su domicilio social espantadas ante las consecuencias del independentismo, se vean forzadas a volver a Cataluña. Y entre otras ayudas se premia con dinero público a las que “voluntariamente” volvieran a Cataluña. Poco importa que esta medida sea contraria a la libertad de movimientos de capitales, empresas y personas, un pilar fundamental de la UE:

Quedan como corolario las afirmaciones en el diario el Mundo del prestigioso profesor e historiador australiano, Luke Stegemann, buen conocedor de la historia y la actualidad española, avisa este profesor “ lo catastrófica que sería para Cataluña y para España una separación tal como la sueñan los independentistas”, y afirma que “ premiar el “procés” con una amnistía supone avalar una gran corrupción política”. Y añade” la Carta magna no se puede diseñar a gusto de cada uno ” En eso están Sánchez y su banda.

Esta crónica periodística describe una muestra más de los propósitos de un político atrapado en su propio circulo de ambición enfermiza cuyos resultados son devastadores para España, la actuación de este “gobierno progresista”, títere de un delincuente fugado de la Justicia, está resultando la peor maldición para cualquier país civilizado. Los hechos vienen demostrando algo asombroso; en España gobierna Carles Puigdemont, un prófugo de la Justicia.

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