Tribuna

javier gonzález-Cotta

La historia también divide a Francia

La película ha dividido la tesina oficial sobre los cimientos culturales de Francia. Le Monde versus Le Figaro. Izquierdismo contra derechismo

La historia también divide a Francia

La historia también divide a Francia

En 1793, en la región francesa de la Vendée, al oeste del hexágono, se produjo una guerra civil en toda regla entre el ejército tricolor de la Revolución y una rebelión popular, con apoyo monárquico y católico, que se había levantado en armas contra los excesos revolucionarios y la injusticia ocasionada por el pago de altos tributos. La Revolución se sumía en su niebla más tenebrosa. El fallido intento de huida por parte de Luis XVI soliviantó las pulsiones de los revolucionarios más irascibles. Se instaurará el Terror y, reflejo de la cara picada de Robespierre, se creará el temible Comité de Salvación Pública.

Los fantasmas históricos y culturales de Francia recorren de vez en vez la conciencia colectiva y crean malestar por falta de costumbre en la interpretación alterna de los mitos nacionales. La Revolución derivó en un manicomio conspiranoico. Nadie podía estar a salvo de la delación y, como solía ocurrir, del encarcelamiento y posterior guillotina. La gran represión afectó a todas las clases sociales (aún así, las pelucas cortesanas salieron bien paradas). Se estima que una cuarta parte de las víctimas fueron campesinos y una tercera parte obreros y artesanos. Sólo el 8,5% eran nobles y el 6,5% religiosos. Timothy Tackett, profesor experto en la Revolución francesa, calcula que cuarenta mil personas fueron ejecutadas o murieron en prisión, mientras que casi trescientos mil sospechosos estuvieron detenidos en algún que otro momento.

Estas cifras se disparan si a la cuota de muertos del Terror se le suman las guerras civiles de la época, como ocurrió en la región de la Vendée. El periodista Guillermo Altares, autor de la imprescindible Una elección olvidada, recuerda estos hechos en un pasaje de Los silencios de la democracia, su último libro, donde se traza un viaje histórico por la democracia en Europa. Su tesis demuestra que, pese a que creamos que los valores democráticos están garantizados institucionalmente, el peligro de su aniquilación desde dentro siempre está latente.

El libro de Altares coincide ahora también con el estreno en los cines de la película Vaincre ou mourir(Vencer o morir), de Vincent Mottez y Paul Pignot, basada en la matanza de católicos de la Vendée. El filme ha avivado la polémica por la lectura canónica de la historia de Francia. Altares cita a Tackett para dar cuenta de la brutalidad con la que la Revolución atajó la sedición monárquica al oeste del país. El pavor a la guerra civil y la diabolización de los sediciosos explican los asesinatos masivos cometidos contra los rebeldes y toda la población sospechosa de afecto. El levantamiento en la Vendée causó entre 270.000 y 300.000 muertos (100.000 republicanos y entre 170.000 y 200.000 sediciosos). Sólo en Nantes fueron ejecutados 10.000 prisioneros entre finales de 1793 y comienzos de 1794. Por orden de Jean Baptiste-Carrier, la mayoría fueron fusilados o atados y arrojados vivos al río Loira para que se ahogaran. Cita Altares a Jeremy D. Popkin, estudioso también de la Revolución francesa y autor de El nacimiento de un nuevo mundo. “El país de los derechos del hombre había creado un sistema penitenciario a una escala sin precedentes en el mundo occidental. En el verano de 1794, medio millón de hombres y mujeres lo habían vivido en sus carnes”. Cuesta pensar que este fardo de muertos y reprimidos lo trajo con el tiempo la última consecuencia del Siglo de las Luces.

Algunos ven en la feroz represión de la Vendée un conato de genocidio ideológico y en parte religioso. La rebelión, comandada por el joven noble Françoise Athanase Charette de La Contrie (personaje histórico y real), no tuvo en su inicio ningún sesgo contrarrevolucionario. Pudo más en origen la protesta social y, sobre todo, la irritante exención del servicio militar por parte de funcionarios burgueses, erigidos en nuevos privilegiados, lo que encolerizó a campesinos y menestrales. El apoyo de la nobleza y del clero a la rebelión fue lo que le acabó dando un giro contrarrevolucionario al levantamiento, lo que explica la saña y la venganza exterminadora acometida desde París.

La película ha dividido la tesina oficial sobre los cimientos culturales de Francia. Le Monde versus Le Figaro. Izquierdismo (Mélenchon) contra el derechismo revisionista (Eric Zemmour, Philippe de Villiers), que intenta abrir una contrahistoria en la Revolución Francesa: tradición contra modernidad corrupta, periferia contra el mazo centralista, identidad y fe frente al laicismo en bruto. Releer una y otra vez la identidad nacional no es sólo una disfunción española.

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