Bajo Palio

Teatro y Santo Sepulcro

  • Zarzuela. En el primer tercio del pasado siglo, la Real Cofradía del Santo Sepulcro creó su propio coro y cuadro artístico, dirigidos por el maestro José Sánchez de la Higuera

A excepción de periodos históricos muy concretos, las cofradías almerienses siempre han estado subvencionadas, en todo o en parte, con fondos Municipales. Pero jamás -ni en las más oscurantistas etapas de connivencia de lo público e Iglesia- con la exorbitante cifra de miles de euros que graciablemente hoy percibe la Semana Santa. En metálico o en especies: velas y hachones de cera fundidos en obradores de la c/. Cerería del sórdido y caduco arrabal de Las Perchas. Así ocurría con la procesión del Entierro de Cristo, sufragada por el Ayuntamiento. Del capítulo nada despreciable de la cera se aprovechaba asimismo la Hermandad del Stmo. Sacramente y Ntra. Señora de los Dolores (Soledad), cuya junta directiva solicitaba anualmente la sobrante del Sepulcro para seguidamente reelaborarla.

Conforme los cortejos y actos litúrgicos cobraron mayor rango y solemnidad se vieron obligados a buscar nuevas fuentes de financiación. Ayer veíamos como cinco hermandades recurrieron puntualmente a las "novilladas económicas con regalo" (el amigo Antonio Andrés Díaz, capataz del palio de la Virgen de Estudiantes, tiene elaborado un inédito trabajo al respecto). Otra vía explorada fueron las funciones teatrales con cuadros artísticos propios.

ENTIERRO DE CRISTO

En el concierto semanasantero es notorio que en abril de 1923 el decimonónico Entierro de Cristo pasó -desde su condición de procesión oficial tutelada- a constituirse en cofradía, con Reglas refrendadas el 7 de junio siguiente por el obispo diocesano, Martínez Noval, e inscrita en el Gobierno Civil a efectos de la Ley de Asociaciones con fecha 25 de julio del referido año. Al unísono de su erección, un Privilegio de Alfonso XIII de Borbón y Habsburgo le otorgó el título de Real Cofradía del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de los Dolores.

En el haber de la nueva situación estatutaria hay que situar a un extenso número de familias de la acomodada burguesía local, con el médico Eduardo Pérez Cano (1874-1938) al frente. Este, a efectos administrativos, la acogió en su casa familiar de la calle "Eduardo Pérez" (antes Empedrada y Cid), por su padre, el Dr. Pérez Ibáñez, líder del Partido Conservador y alcalde de la ciudad, aunque la sede canónica seguía establecida en la parroquia de San Pedro, antiguo convento de San Francisco. El Dr. Pérez Cano estudió en la Facultad de Medicina de Cádiz e ingresó seguidamente en el Ilte. Colegio de Médicos de Almería, del que llegaría a ser presidente. Simultaneó la consulta privada de tocoginecología con plaza en el Hospital y Sanidad Provincial; además de la presidencia de Cruz Roja (fue director de la Casa de Socorro, en la c/. Murcia) y cirujano de la plaza de toros. Estaba en posesión de la Cruz Blanca del Mérito Militar. Durante su mandato de hermano Mayor, la cofradía adquirió gran predicamento social al tiempo que se enriquecía su patrimonio artístico devocional.

REPERTORIO

En el primer tercio de la pasada centuria la afición capitalina al drama y la comedia se mostraba pujante. Gremios y asociaciones culturales disponían de modestos salones para llevar a cabo variadas representaciones con elencos noveles. Ese interés se retroalimentaba con la estancia en Almería de Compañías tan relevantes como la de Antonio Vico, Díaz de Mendoza o María Guerrero a cumplir abonos de temporada en los teatros Calderón, Apolo, Principal, Variedades y Cervantes. Naturalmente, las entidades penitenciales se subieron al exitoso carro escénico.

Antes del lustro de su fundación, el Santo Sepulcro creó su propio cuadro, nutrido de jóvenes de ambos sexos de la "distinguida sociedad almeriense" (al parecer, la otra parte de la sociedad local no era tan "distinguida"), bajo la dirección artística del "culto abogado y director de escena Dº Diego María Sánchez" y en el apartado musical por "el eminente maestro concertador José Sánchez de la Higuera". El moderno Cervantes será desde el inicio su cuartel general. Tras un breve retraso en el recibo de las partituras de Madrid, el viernes 13 de agosto de 1926 tuvo lugar la primera función benéfica (destinando los ingresos al mayor lucimiento de la salida procesional) con el estreno de la comedia en dos actos El abolengo, de Linares Rivas, y la zarzuela de Arniches, Lucio y Caballero, El cabo primero. El lleno fue absoluto, el éxito rotundo -tanto de las voces solistas como el bien afinado coro de damiselas y jovencitos- y las ovaciones prolongadas ya a altas horas de la madrugada.

El triunfo le dio alas, sucediéndose las representaciones a la semana siguiente con Los Africanistas y Sin palabras, obra de los hermanos Álvarez Quintero. Es de destacar la participación del taurino Ulpiano Díaz y la centenaria Dª Paquita Díaz (dueña del chalet de la Plaza Circular), la única superviviente, creo. El repertorio aumentó (El amor asusta, Cádiz, La verbena de la Paloma), así como la asistencia a salves en honor de la Virgen del Mar, de la Inmaculada o en el granadino teatro Isabel la Católica, en una devolución de visita del Patronato de San Cristóbal, de la ciudad de los Cármenes.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios