TV-Comunicación

'Aída' se va

  • Esperanza Sur vio disuelta su gracia y no mejoraba ni añadiendo sal gorda al guión.

Frasier superó a Cheers en premios y, sí, también en calidad. Un personaje secundario pasaba a tener su propia serie, como les pasó a Los Roper, con su vida independiente después de Un hombre en casa. En España no se había producido este fenómeno en las ficciones hasta que la criada de Sole en Siete vidas, la también limpiadora del bar Kasi-Ke-No, no tuvo su historia propia. Ahora me toca a mí, como canta Bebe, y por fin pudimos ponerle cara al Jonathan, que ha ido creciendo a lo largo de estos casi 9 años de emisiones y 10 temporadas de episodios. Aída, estrenada en enero de 2005, fue la primera secuela, el primer spin off, de la televisión estelar en España. Siete vidas concluía al cabo de 204 capítulos (con aquella brillante entrega en directo) y ahora Aída finalizará sobre los 220 episodios. Globomedia cierra las puertas de Esperanza Sur en acuerdo con Telecinco porque la comedia ha ido languideciendo en audiencia e interés. La serie protagonizada por Carmen Machi llegó a superar los 6 millones de espectadores, una marca que sólo ha igualado en estos tiempos Águila Roja, en los mejores tiempos de Luisma, Paco León, quien terminó siendo el eje de este esperpento coral, un barrio bajo fotografiado con saña y mala uva, digno de reverencias y también de críticas por su exceso de vulgaridades. Que se lo digan a la Macu, el papel de Pepa Rus, el personaje que concentra mayores barbaridades escatológicas junto a la abuela Eugenia de Marisol Ayuso, actriz que encontró aquí una segunda juventud. Y Mariano Peña-Mauricio Colmenero es un facha redomado que genera rotundas simpatías y que ha acuñado el término "machupichu" que ha terminado imponiéndose al despectivo "sudaca".

Aída tuvo su buena época, pero esos tiempos quedaron ya algo alejados y terminará etapa cuando ni siquiera se ha visto el trabajo de su última incorporación, Dani Martínez. Esperanza Sur ya no se graba y dejará de estrenarse en enero aunque sus tramas parecen pegadas a la parrilla de FDF. Pero al igual que Siete vidas fue decayendo entre la deserción de protagonistas y el tono de un guión que perdía fuerza frente a otros producciones coetáneas, a Aída le ha ido pasando algo similar. La secuela era mucho más cruda y ácida, más 'real', que Siete vidas; y ahora La que se avecina ha ido dejando atrás, por su atmósfera gamberra y descaradamente borde, a esta Aída que fue quedándose fuera de juego desde que, por ejemplo, Eduardo Casanova-Fidel, se nos hizo mayor, demostró que es un mal actor, y rechinaba a cada momento. Tipos como Pepe Viyuela hacen lo que pueden. La gracia de Aída se disolvió y ni siquiera mejora con dosis de sal gorda. Quiso ser más disparatada pero al final se volvió más cansina. Dice adiós. El barrio de Esperanza Sur sufrirá su demolición salvo que del Bar Reinolds alguien sea capaz de sacar de ahí otra serie.

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