El tenista español Rafa Nadal prosiguió ayer con su impecable marcha en el torneo de Roland Garros, segundo 'grande' de la temporada, tras realizar una nueva muestra arrolladora ante su compatriota Nicolás Almagro y alcanzar por cuarto año consecutivo las semifinales donde le espera el duro obstáculo de Novak Djokovic.

El número dos del mundo apenas pasó los problemas previstos ante el murciano. Como hiciese ante Jarkko Nieminen y Fernando Verdasco, y, salvo en la primera manga, ante Thomaz Bellucci y Nicolas Devilder, el balear desbordó a su rival sin miramientos, endosándole un triple 6-1 en una hora y 44 minutos.

Y es que si Verdasco, mermado, sólo logró hacer tres juegos, el murciano, en plenitud física y con la moral de haber llegado por primera vez a los cuartos en París y de sacar el billete a Pekín, apenas plantó cara al tricampeón del torneo y le 'robó' la misma cifra de juegos.

Almagro estuvo lastrado por su servicio, una de sus mejores armas y que le había llevado a liderar la clasificación de 'aces' de Roland Garros. En el día de ayer, sólo tuvo tres saques directos, lejos de casi la 20 de media que acumulaba por choque, con el añadido de un paupérrimo porcentaje de primeros servicios.

Por ello, Nadal, poco dado a ofrecer concesiones, se lanzó a por el partido viendo las debilidades del murciano, que en menos de media hora ya había encajado un apabullante 6-1 y no había siquiera gozado de alguna bola de 'break'.

Cuarenta minutos después, Almagro se desesperaba sobre la pista Central. Cinco oportunidades de rotura desaprovechadas y un nuevo 6-1 le abocaban a una remontada prácticamente imposible, visto el nivel de tenis que ofrecían ambos.

El manacorí no bajaba el pistón, mientras que su compatriota hacía tiempo que se había rendido y parecía no querer que su rival se pudiese desgastar más de lo necesario ante el duro envite que se divisaba en las semifinales.

Un nuevo y definitivo 6-1 significó el adiós del peor modo posible del jugador levantino.